Cuando miembros del Grupo Espeleológico La Lastrilla (GELL) de Castro
Urdiales avanzaron por una de las galerías de La Cubilla en 1989, no
esperaban darse de bruces con un misterio que les tendría en vilo 16
años. En su descenso por una de las grutas, hasta entonces virgen, se
toparon con una treintena de troncos. «Estaba claro lo que eran y que
eran muy antiguos», recuerda Rolando Fernández, componente del GELL.
Saber cuál era la edad de aquellos restos se transformó en una
obsesión. Averiguarlo era tan simple como realizar la prueba del
Carbono-14, pero «no teníamos dinero para pagarla, así que esperamos»,
explican Estíbaliz Oruella y Luis Miguel Casabona. La espera tuvo su
recompensa a finales de 2005, gracias a una subvención concedida por el
Ayuntamiento de Castro.
Un laboratorio de Polonia les dio las respuesta: los troncos
databan del año 1245. «Para hacernos una idea, en aquel entonces
Alfonso X El Sabio era un niño, y Las Cruzadas estaban a punto de
finalizar», destaca Fernández. No obstante, la importancia del hallazgo
no radica tanto en su antigüedad, como en que es «poco habitual
encontrar vestigios de este tipo». «Habitualmente se hallan restos
óseos, pero madera, rara vez», desvelan.
Con la fecha más o menos clara -el Carbono-14 tiene un margen de
error de 20 años-, el GELL comenzó a sacar conclusiones. La primera es
que los troncos sólo pudieron llegar a ese lugar de la cueva «por una
gran inundación». «Hablamos de una riada de proporciones catastróficas
porque estaban a 50 metros de altura sobre el río y eso implica un gran
volumen de agua. Es una conclusión inquietante, porque si ocurrió una
vez, podría volver a pasar», advierten.
Una película
La segunda conclusión no hace más que confirmar la gran riqueza
espeleológica de Castro y su entorno. «Los sistema de cuevas existentes
aquí contienen mucha información que podríamos empezar a estudiar si
dispusiéramos del dinero suficiente», asegura Rolando.
La aventura les ha llevado a realizar una pequeña película de 15
minutos de duración en la que se narran las peripecias discurridas
hasta desvelar «el misterio de los troncos de La Cubilla». Su
exhibición hace varias semanas en Castro ha despertado tanto interés
entre la población que han tenido que encargar más copias.
Las miradas de los componentes del GELL están puestas en otros dos
puntos emblemáticos del municipio: Punta Peña y Candina. En el primero
han explorado dos grutas que discurren paralelas, una de ellas de 17
kilómetros. «Entre ellas se acercan tanto que no llegan a estar
separadas por más de 20 metros. Sabemos que se comunican por algún
lado, pero aún no sabemos por dónde». La de Candina, en Oriñón, parece
aún más complicada. «Hay galerías subterráneas, pero no hemos podido
descender nunca a más de 100 metros. Seguimos buscando la puerta de
entrada», señalan.
Extraído de: elcorreodigital.com