El pasado sábado a las 20,30 horas, tuvo lugar, junto a la Cofradía de Pescadores castreña, la bendición de dos embarcaciones singulares, recuperadas magistralmente por los componentes de la Asociación amigos de la Historia y de la Mar de Castro Urdiales, Cantu Santa Ana, acto que llevó a cabo el párroco de la ciudad, José Manuel Ortiz del Solar acompañado por el presbítero Francisco Blanco Ramos, con la presencia del alcalde, Fernando Muguruza Galán, varios concejales de la Corporación, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, así como más de 1.500 personas que quisieron sumarse a este entrañable acto.
Se trata de una trainerilla que lleva por nombre ‘La Veloz’ que según Eugenio Cotillo Villanueva, miembro de la Asociación, «es el nombre que pusieron a la primera embarcación que llegó a nuestro puerto hace ya más de un siglo», la segunda lleva por nombre ‘Cantu Santa Ana’, «que ha sido recuperada después de haber sido hundida por el temporal del pasado mes de marzo de 2008, cuyo dueño, Pedro Laza Álvarez, nos la ofreció al saber que estábamos buscando una embarcación de este tipo, unas cuatro toneladas de registro, para adaptarla a las que, en su día, utilizaban nuestros antepasados para la pesca, desplazándose generalmente del puerto al lugar de la faena a vela y maniobrar durante la misma a remo. Lanchas que tenían 10 y 15 metros de eslora, 2,5 y 3,25 de manga y entre 1,10 y 1,50 metros de puntal.
En general eran embarcaciones bastante barrigonas, con el forro a tope, con muy poco calado y pronunciamientos finos para poder atravesar bien el agua. En su construcción, sobre todo en las piezas básicas del codaste, quilla, roda y cuadernas, dominaba el empleo del duro y resistente roble; mientras que en el forro primaba la utilización del pino-tea.
Uno de sus principales problemas era su poca altura; tanto que embarcaban agua con mucha facilidad, especialmente por el lado de sotavento. En esta contingencia no había más remedio que añadir, cuando navegaba, unas falcas a modo de supletorio y, en último caso, achicar con los tangartes o los baldes. Dentro del barco, las bancadas compartimentaban rítmicamente el espacio; los enseres más vulnerables se protegían bajo las cubiertas de proa y popa. Cinco a seis toletes corrían por cada bancada en la mitad delantera del barco. Dos orificios en la parte alta del codaste y unos pocos ganchos de hierro en la zona de la roda, servían para afirmar los aparejos de las escotas y drizas del velamen».
Para puntualizar que «de los remos, lógicamente, se encargaban los tripulantes. El número de marineros variaba en función de la costera».
Extraído de: elalerta.com