El alcalde de Castro Urdiales, Ángel Díaz-Munío; el director de instituciones de CaixaBank en Cantabria, César Gil; y la comisaria de la muestra, Isabel Rodá; han inaugurado hoy la exposición Romanorum Vita. Una historia de Roma.
La Obra Social ”la Caixa”, en colaboración con el Ayuntamiento de Castro Urdiales, presentan una exposición de divulgación histórica que pretende explicar, como nunca se ha hecho hasta ahora, cómo se vivía en las ciudades romanas.
Viajar en el tiempo, conocer cómo vivían los hombres y mujeres de otras épocas, y saber cuáles eran sus actividades y rituales, ha sido una fantasía recurrente en la historia de la humanidad.
El imperio Romano ha sido uno de los destinos preferidos de este tipo de viajes, un periodo fascinante que ha inspirado novelas, películas y series de televisión. Por una parte, nos entusiasma la grandeza y opulencia de la vida imperial. Por otra, nos conmueven los pequeños detalles que aproximan la vida romana a nuestra propia realidad. La exposición de la Obra Social ”la Caixa”, organizada en colaboración con el Ayuntamiento de Castro Urdiales, invita a los visitantes a pasear por una ciudad romana reconstruida a partir de descripciones literarias y testimonios arqueológicos de hace 2.000 años para descubrir que los romanos no están tan lejos de nosotros.
Romanorum Vita pretende constituir un nuevo concepto de exposición de divulgación histórica pensada para todos los públicos. Traslada a los visitantes a un paseo por una ciudad romana poco antes de la destrucción de Pompeya, en el año 79 d.C., en plena época imperial. La exposición transporta a sus calles en un día cualquiera: negocios, importancia del agua, olores, formas de
expresión y religiosidad popular, entre otros; todo aquello que hervía alrededor de los grandes escenarios del senado, el foro, los teatros y el circo.
La muestra, organizada y producida por la Obra Social ”la Caixa”, está comisariada por Isabel Rodá, catedrática de arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Romanorum Vita podrá verse en el Parque de Amestoy, del 21 de julio al 31 de agosto de 2017.
Se trata de una muestra itinerante que invitará a los visitantes a mirar, oler, escuchar y, en definitiva, a vivir durante unas horas como lo hacían los romanos. Para ello, se ha recreado un fragmento de una ciudad romana en plena época imperial, en el siglo I d.C. Para realizar dicha reconstrucción, los comisarios se han basado en las descripciones literarias y los testimonios arqueológicos de hace 2.000 años para reproducir, en tamaño real, algunos de los distintos espacios que formaban la ciudad.
Desde hace años, los arqueólogos e historiadores dedican especial atención a reconstruir la vida cotidiana de los pueblos antiguos. Hallazgos arqueológicos y textos literarios nos permiten saber con mucha exactitud cómo se organizaban las ciudades y cómo eran las persones que vivían en ellas. Pero incluso en el caso de las ciudades romanas más bien conservadas, como por ejemplo Pompeya, se hace difícil imaginar la actividad que se vivía en sus calles: negocios, olores, formas de expresión, religiosidad popular; todo aquello que hervía alrededor de los grandes escenarios del senado, el foro, los teatros y el circo.
Bajo lo que conocemos como imperio Romano se encuentra un conjunto de ciudades conectadas por vías terrestres y marítimas. Y un poder central: Roma.
Cada ciudad dominaba un territorio y era, al mismo tiempo, mercado, núcleo administrativo y centro religioso. Contaban con extensas cuadrículas de calles bien pavimentadas, con alcantarillado y agua corriente. Como las actuales ciudades, las ciudades romanas también sufrían los efectos de la presión demográfica y la especulación del suelo, aspectos que se explicarán y podrán verse en la muestra.
En Romanorum Vita los visitantes descubrirán que, en las calles, artesanos y comerciantes desarrollaban todo tipo de actividades, y cómo estas se llenaban de gente. Paseando por una calle cualquiera o por delante del foro de una ciudad romana, los espectadores comprobarán cómo eran las letrinas y el olor que desprendían. O cómo eran los comercios y que ya existía lo que podríamos considerar como el precedente de los locales de comida rápida.
En la muestra se ha hecho un uso innovador de distintos elementos —desde la inclusión de ruidos y olores característicos de la época hasta la interacción entre el espacio escenográfico y un gran audiovisual— para lograr que los espectadores se sumerjan en la ciudad y descubran sus similitudes con la vida cotidiana actual.
Uno de estos montajes audiovisuales se proyecta sobre la fachada de la domus, de 12 metros de ancho, y en él pueden verse los personajes clave de la ciudad romana gracias a un rodaje realizado con más de 30 figurantes.
La muestra, de 400 metros cuadrados, da la bienvenida a los visitantes en una ciudad arquetípica del imperio Romano y presenta un día cualquiera de esa ciudad, veinticuatro horas en que descubrirán cómo era la vida en la calle y en el interior de una casa de una familia que podríamos considerar de clase media alta.
La Obra Social "la Caixa", con su voluntad de acercar la exposición a todos los públicos, también ha preparado innovadores recursos de accesibilidad para personas con deficiencias visuales, como son una audiodescripción y una guía en lenguaje braille.
Establecer paralelismos entre las ciudades romanas y las ciudades actuales es otro de los objetivos de la muestra. En la ciudad romana, por ejemplo, la actividad no cesaba ni un instante, especialmente después de que un edicto de Julio César prohibiese la circulación de carros y animales durante el día para evitar accidentes. Así, de día las calles eran más seguras, pero el ruido nocturno
aumentaba extraordinariamente. No era fácil dormir en una ciudad romana.
También se explica en la exposición cómo se establecían las relaciones sociales entre ciudadanos de distintas clases. En las ciudades romanas, ricos y pobres vivían mezclados. Todo el mundo compartía las incomodidades de una ciudad superpoblada: ruidos, olores y ocupación de las aceras por artesanos y tenderos.
La exposición detalla otros elementos importantes en la vida pública, como pueden ser la política y la religión. Las calles eran, en este sentido, espacios de convivencia y espacios religiosos. En las esquinas existían pequeños altares dedicados a las divinidades protectoras del barrio y sus vecinos. Cuando se acercaban las elecciones, las empresas de publicidad electoral daban a conocer a
los candidatos: pintaban su nombre en las paredes, proclamaban sus virtudes y contrataban a personas para que pidiesen el voto a los ciudadanos.
Por último, los visitantes de Romanorum Vita podrán entrar a escondidas en una casa típica de la clase media alta romana, pasear por sus distintas estancias y descubrir su distribución, la decoración empleada, los vivos colores con que pintaban las paredes, etc.