Manda narices que, tras ocho meses de competición, treinta jornadas disputadas y toda una fase final, dos equipos tengan que jugarse una liga por penaltis. Pero así ha sido.
TECUNI BILBO: Ibai Gómez, Asier, Cristian (1), Joel y Jagoba
Cambios: Mikel Cabañes (1), Enaitz (1), Nacho (1), Iñigo Palacio e Ibai Galindo
CASTRO URDIALES: Paulo, Aspi, Imanol (3), Efrén y Aritz (1)
Cambios: Miguel Cajigal, Borja, Gaizka, Jorge, Kevin y Asier
ARBITROS: Asier Calvo, del colegio vizcaíno. Mostró tarjeta amarilla a Aritz y Efrén por parte castreña y a Ibai, Enaitz, Joel, Iñigo Palacio y Arnaitz por parte bilbaína.
MARCADOR: 0-1, Imanol (2'); 0-2, Imanol (17'); 1-2, Nacho (24'); 2-2, Mikel Cabañes (29'); 3-2, Enaitz (31'); 3-3, Imanol (38'); 3-4, Aritz (40'); 4-4, Cristian (40').
Los dos primeros clasificados de la liga volvían a verse las caras en un partido que había deparado gran expectación; sin embargo, ambos contendientes notaron la carga de partidos en las piernas, con lo que el factor físico jugó un papel muy importante. Los castreños, que salieron más enchufados, lograban adelantarse a los dos minutos de juego con un tanto de Imanol tras jugada personal.
Tras el tanto, el dominio pasó a manos del conjunto bilbaíno, que dispuso de varias ocasiones para empatar, pero no acertó a batir a Paulo; dos disparos se estrellaron en el poste tras tocar en el meta castreño, obra de Mikel Cabañes y Cristian, este último tras un penalty. Con los bilbaínos volcados ante la meta castreña, Borja dispuso de la ocasión más clara para los rojillos tras un buen pase de Miguel Cajigal, aunque el cierre rojillo enviaba alto ante la salida de Ibai. Y a tres minutos para el final, tras una gran jugada personal de Miguel Cajigal, Imanol establecía el 0-2.
Antes de que ambos se retirasen a vestuarios, aún hubo algunas ocasiones para desnivelar el marcador; Enaitz, que enviaba fuera un doble penalty, e Imanol, que no acertaba a batir a Ibai tras quedarse solo ante el meta bilbaíno, tuvieron las opciones más claras para mover el electrónico antes de enfilar el camino a vestuarios.
Tras el descanso, el Bilbo se convirtió en el dominador del choque ante un Castro fundido, que optó por refugiarse atrás para mantener su renta. Los de Aitor Larrea recortaban distancias a los cuatro minutos tras una rápida contra, y poco después Efrén sacaba bajo palos una clara ocasión de los bilbaínos. Y a los nueve minutos llegaba el empate, por medio de Mikel Cabañes, tras una nueva pérdida de balón de los rojillos. El Bilbo, totalmente a favor de corriente, establecía el 3-2 dos minutos después tras un disparo exterior de Enaitz al saque de una falta.
Con el 3-2, el Castro volvió a disponer de ocasiones. A esas alturas, y con los dos equipos acusando el cansancio, las oportunidades en ambas porterías eran constantes. Miguel Cajigal tuvo una ocasión clara para lograr el empate desde dentro del área, aunque Ibai le ganaba la partida, como haría poco después en una combinación entre Efrén e Imanol, que dejaba a ambos solos ante la meta bilbaína.
Así las cosas, Iván Cordón se la jugó situando a Efrén como portero jugador, y la jugada acabó saliendo redonda. En la primera jugada, Imanol establecía el 3-3. Restaban poco menos de dos minutos, y los rojillos optaron por seguir jugando de cinco en busca de la victoria; una apuesta que tuvo su premio con un tanto de Aritz a falta de 50 segundos para el final. Ahora era el turno de los bilbaínos, que también se la jugaban con portero jugador.
En el primer acercamiento del Bilbo jugando de cinco, un robo de balón y disparo de Aspi desde su campo se estrellaba en el palo, y el rechace era enviado fuera por Imanol. Ahí tuvieron los rojillos la sentencia, y como el que perdona lo paga, en el siguiente ataque el Bilbo se zafaba de la presión rojilla y establecía el definitivo 4-4 por medio de Cristian.
Así llegaba el turno de los penaltis, en una tanda inicial de cinco con los jugadores que estaban en la cancha, incluidos los porteros. Momentos de mucha tensión, e incluso alguna lagrima, en el que ambos equipos transformaron en gol sus cinco lanzamientos, dando paso a la muerte súbita. Ahí surgió la figura de Paulo como protagonista; el meta Cadete, que había dejado a cero su portería durante toda la fase final, detenía la pena máxima ejecutada por Asier y daba la ocasión al Castro de conseguir el gol de la victoria y el título. Gaizka no fallaba y permitía al conjunto castreño levantar de nuevo la copa de campeón, dos años después y en el mismo escenario.
Una copa que, dicho sea de paso, también mereció su rival. Y es que el Tecuni Bilbo fue un más que digno rival en una final en la que merecieron ganar los dos, pero en la que tan solo uno podía llevarse el trofeo. Lo hemos dicho muchas veces, pero no por ello deja de ser verdad. Una pena que no haya más partidos como este a lo largo del año.