La situación del deporte profesional de Cantabria se agrava a pasos agigantados, ya que dos clubes de la máxima categoría y otros dos de las ligas de plata se han visto obligados de cara a la campaña 2008-2009 a renunciar a sus competiciones.
El Voleibol Torrelavega femenino renunció por no poder cubrir un presupuesto acorde con la máxima categoría; posteriormente se unieron la renuncia del Castro Fútbol Sala a jugar en la División de Plata y la fuga del Lobos Cantabria de la liga LEB. Ahora se les suma el Balonmano Cantabria. Con anterioridad a todos ellos, en remo se registró la marcha del Pontejos después de haber estado varios años en el agua y cansado de soportar el incremento de los números rojos.
En todos los casos existe un denominador común y es el tema económico. En dos de ellos, Voleibol Torrelavega y Lobos Cantabria, parece que la marcha se produce antes de hacer frente a una categoría que presupuestariamente se les escapa.
Los otros dos son diferentes: en el fútbol sala de Castro Urdiales, la deuda que arrastraban, a la que hay que unir el coste de la inscripción con unas cifras totalmente desmesuradas, les han obligado a bajar de categoría.
El último en incrementar la lista de equipos punteros caídos es el Balonmano Cantabria. Este club, desde su fundación, ha ido incrementando la deuda y en la actualidad es la entidad que cuenta con mayores cifras deficitarias.
Sin duda, conseguir unos ingresos acordes con las necesidades presupuestarias de las máximas categorías es una tarea muy complicada y ahora, con la crisis económica, se convierte en una misión imposible para las entidades deportivas que intentan mantenerse a un nivel alto.
Con la marcha de estos cuatro clubes Cantabria pierde una gran parte de su activo, pero parece claro que algunos tuvieron responsabilidad deportiva antes de embarcarse en unas contiendas que podían poner en peligro su futuro.
Deportivamente parece que los clubes de la región se encuentran más cómodos en las segunda y tercera categorías nacionales. Hay otras comunidades que cuentan con un mayor tejido industrial y, por tanto, con mayor capacidad de patrocinio, además de considerar que apostar por el deporte merece la pena.
Ahora, la presencia en competición al máximo nivel queda reducida al fútbol y al hockey hierba, que se quedan solos para poder dar satisfacciones a los aficionados cántabros. Éstos ya no podrán celebrar los triunfos históricos del balonmano, ni con el ascenso a la ACB por parte del único equipo regional que ha militado en la misma.
Los reiterados intentos del Castro de ascender a la liga Oro de fútbol sala o los partidos en la Superliga de Voleibol del club torrelaveguense, heredero del recordado Sniace, el primero que jugó fuera de las fronteras nacionales la Recopa europea en los año 79 y 80, forman ya sólo parte del recuerdo.
La clave, presupuestos equilibrados
Vivir por encima de las posibilidades no es una opción adecuada, ya que al final siempre hay que pagar lo que se gasta de más. En Cantabria hay entidades que intentan estar en competiciones acordes a su realidad económica. En algunos casos, trabajando con la cantera y aprovechando los frutos de la misma, circunstancia que resulta muy espinosa. Para la próxima campaña habrá entidades en la máxima categoría dentro de la disciplina del hockey hierba, que resisten los condicionantes económicos. Un importante número tendrán que esforzarse en las segundas competiciones pero con una idea muy clara de cuál es su función. Lo importante es no endeudarse para que la continuidad esté asegurada. Hay que vivir de las realidades y con los pies en el suelo.
Extraído de: eldiariomontanes.es