sábado. 30.11.2024

El técnico oiartzuarra dirige el proyecto deportivo de Castro y está a punto de ganar su primera Bandera de La Concha fuera de las tostas. Desea que esta semana pase lo antes posible. Una solitaria escavadora pica al otro lado del río, junto al club de San Pedro. Martillea los tímpanos de una plaza, la de San Juan, que quiere dormir la siesta tranquilo. Ha empezado temprano a perturbar el sueño de los sanjuandarras. Pero el más famoso de ellos esta mañana ha dormido a pierna suelta. Tranquilo y satisfecho. Dieciocho segundos silencian la desagradable máquina.


– ¿El día más bonito del año?
– Es agradable. Tener dieciocho segundos de ventaja con una buena tripulación antes de la segunda jornada de la Bandera de La Concha lo firma cualquiera. Ojalá fuese hoy mismo la segunda regata. Pero falta una semana.
– ¿Y hasta el domingo?
– Una semana normal. Todos los días a Castro, entrenamiento...
– Normal normal...
– Quiero decir que la actividad sigue. Lo que les debo transmitir a los remeros es que no hemos hecho nada todavía. Tenemos ventaja, pero si la perdemos el próximo domingo no habrá valido para nada. Es bonito despertarse hoy y verse reflejado en todos los titulares y fotos de prensa pero debemos olvidar lo conseguido hasta ahora y centrarnos en el trabajo.
– Usted lo ha vivido de remero, ¿es difícil mantener la concentración?
– Requiere un pequeño esfuerzo que es el que debemos hacer esta semana. La labor de los próximos días consistirá en mantener los pies en el suelo. Basta que dos miembros de una tripulación se despisten para que el rendimiento del bloque se venga abajo. Cada uno debe cumplir su función a rajatabla para que salgan días como los del domingo.
– Sí que salieron centrados.
– Entre otras cosas acertamos en eso. Observé muchos nervios en el muelle. Tratamos de abstraernos del ambiente, salir directos a la rampa y afrontar la jornada como una regata más.
– Y luego...
– Nos salió buena regata. Yo sabía que si hacíamos bien las cosas estaríamos entre los favoritos. Lo bordamos, pero también es verdad que los rivales no dieron su mejor nivel. De ahí la diferencia.
– Analícenos la regata.
– Salimos bien. Típica arrancada nuestra, por detrás de Orio y Urdaibai pero con la cabeza fría, a coger nuestro ritmo. El planteamiento era aguantar el tirón hasta puntas y una vez en alta mar, bogar cómodos, dentro de lo que cabe, con remada larga, sin exprimirse del todo. Con llegar a la ciaboga a la par de las demás cumplíamos. Teníamos confianza en la vuelta.
– ¿No sería sólo cuestión de confianza?
– Fue un compendio de factores. El patrón eligió la enfilación correcta, acertó al empopar la trainera y la sujetó recta. Los remeros consiguieron mantener el equilibrio, endurecer la embarcación metiendo bien las palas en el agua, todos dando el golpe a la vez. En la trainera los catorce cumplen su función. Como las hormigas. Todas trabajan en la misma dirección.
– ¿Y usted qué hacía?
– Apenas tuve que dar instrucciones por el pinganillo. Le dije al patrón, Iker Gimeno, que la calle buena era la nuestra, la tres, y que no hacía falta variar el rumbo. Si veía que enfilaba por donde debía no le diría nada. Y así fue.
– ¿Por qué resoplaba cuando llegaban al Aquarium?
– Eran momentos decisivos. Veía que nos íbamos. La Marinera cogía olas buenas mientras Urdaibai, desde mi humilde punto de vista y sin querer meterme donde no me llaman, no acertaba con la enfilación correcta. Pasaban los segundos y aumentábamos la ventaja. Pensé que podíamos ganar, pero con un margen de unos seis segundos. Cuando noté que sacábamos más ventaja les animé por el pinganillo diciendo que podíamos dar un golpe a la Bandera.
– O sea que el entrenador no vale para tanto.
– Es la cabeza visible. Quien toma las decisiones y asume la responsabilidad.
– ¿Y qué aporta Juan Mari Etxabe en ese cargo?
– Sobre todo experiencia. Me han pasado mil anécdotas en mi etapa de remero y trato de aplicar lo que enseña el día a día. Cuando sale un mal resultado el remero quiere tener respuestas rápido. Intento valorar junto a la plantilla cada actuación y buscar una solución. Al final es una labor de vestuario, lo que pasa que yo soy la voz visible y tengo la potestad para tomar las decisiones.
– ¿Cómo valora su etapa como entrenador?
– Positiva. Entré en Castro sustituyendo en el papel de técnico a uno que sabía mucho y tenía una larga experiencia. Yo era un desconocido y es normal que hubiese reticencias. He tenido suerte y las cosas me han ido de cara. Hoy se reconoce mi labor.
– Y no sólo en Castro. Toda la gente habla bien de usted y le felicita por el éxito.
– Sí. A veces uno debe salir fuera para que parezca bueno. Pasa en muchos deportes. Yo aquí no valía y ahora parece que sí. Me alegro mucho por todas las felicitaciones y el respaldo que estoy recibiendo de mucha gente de aquí.
– No es el único sanjuandarra en Castro.
– Joseba Fernández es uno de los pilares de la plantilla. Me ayuda en las labores de técnico y al ir dentro de la trainera ejerce un poco de capitán. Remeros como Joseba, Jon Elortegi o Jon Iriondo me transmiten mucha tranquilidad y confianza. Lideran la trainera y para el entrenador es una garantía saber que gente así está remando dentro del bote.
– Se le nota confiado con la tripulación que dirige.
– Creo que es la clave del éxito de este grupo. La fe que tenemos los unos en los otros. Da gusto hasta tener los suplentes buenos, dispuestos a echar una mano siempre. El compañerismo que se vive dentro de La Marinera es una de las mayores virtudes de Castro. Contamos con un gran vestuario.
– ¿Más virtudes?
– El club está volcado con nosotros. Se mueve mucho y prueba de ello es que mañana mismo presenta un nuevo patrocinador. No sé cuál es, pero me han asegurado que llega fuerte, con dinero y para quedase unos cuantos años. La afición también merece un diez. Lástima que les hemos fallado cuando hemos remado en casa. A veces cuando quieres hacer todo bien, te sale mal. Es el deporte. Les debíamos una y ojalá que el domingo que viene podamos ir con la Bandera a Castro. Me gustaría llevar a la familia al recibimiento.
– Ahora que ha citado el patrocinador, ¿se gana o no en el remo?
– No estamos de gratis, ni mucho menos. Pero nadie deja su trabajo. Significativo.
– ¿Se ha terminado su etapa como remero?
– En principio había pensado remar hasta este año. Una lesión me impidió empezar como debía y también he sentido cansancio, sobre todo de cabeza. Para remar y entrenar hay que tener la cabeza muy despejada. Además el nivel que hay ya en la trainera me lo pone difícil.
– ¿Han hecho ya sitio en el club de Castro para la Bandera?
– Primero hay que ganarla. Orio, Urdaibai y Astillero son traineras que salen muy deprisa. Probablemente saldrán a romper la regata. Nosotros no debemos perder la cabeza y tenemos que coger nuestra remada. Si hacemos las cosas bien no deberíamos perder la renta que ganamos el domingo.
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«Si sigo en el remo, en gran medida, es por mi mujer»
- Juan Mari Etxabe tendrá vida aparte del remo.
-Trabajo de albañil durante el año con mi hermano. Aunque ya llevo unas semanas sin currar. Me gustaría vivir del deporte pero soy consciente de que esto es para unos años.
- ¿Muchos más?
- De momento el año que viene seguro. Termino un ciclo en 2009 y ya veremos.
- ¿Se le hace pesado?
-Sobre todo no poder estar más con la familia. Con mi mujer y mis tres mascotas. No ir a la piscina con mi hija en invierno o con mi hijo a judo.
- ¿Cómo le aguanta la mujer?
-Ella es la que me anima a seguir en este mundo. Si no lo he dejado es, en gran medida, por ella. Le tengo en un pedestal. Es la que me escucha y ayuda en los malos momentos. Volver a casa tras una derrota, una decisión difícil o un duro día de trabajo, y encontrarse con una persona que te escucha y ayuda es un chollo.
- Y además de estar con los suyos, ¿alguna afición?
-No tengo tiempo para nada, pero me gustaría ir más al casería de mis padres en Oiartzun. Entre burros y ovejas.
- ¿En qué piensa durante tantas horas de coche?
-Me gusta ir con la radio encendida. O música. La que me entra bien por el oído. Ken-7 es agradable.
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Extraído de: diariovasco.com

«Lo importante esta semana es mantener los pies en el suelo»