El pasado domingo 8 de julio, el Grupo de Montaña Castro realizó una marcha a la emblemática Peña Amaya, la que fue en la Edad Antigua bastión de los cántabros y que tanta importancia ha tenido a lo largo de la historia debido a su estratégica posición prominente sobre la inmensa llanura.
La ruta la iniciaron en el hoy burgalés pueblo de Amaya. Por pista se acercaron hasta la trinchera abierta en la roca que da acceso a la peña. Se aproximaron hacia las ruinas del castro, que, aparentemente, no son más que un montón de grandes piedras. Para ver las formas circulares e imaginarse el antiguo poblamiento no había más que ascender a la primera peña: El Castillo, que debe su nombre a la fortaleza que allí se ubicó. Las vistas sobre la inmensa llanura castellana confirmaban la importancia como atalaya y lugar de defensa que tuvo Peña Amaya a través de la historia.
Tras descender al Collado Valdeamaya (que recuerda la brecha de Roldán en Pirineos), bordearon la casi inexpugnable Muela en busca de la subida. . Al otro lado del valle, la peña gemela, Albacastro.
Una vez arriba, recorrieron la altiplanicie hasta el extremo noreste donde está el punto culminante a 1.377 m de altitud y allí, la foto de grupo, como es de rigor.
Desde allí, por todo el cortado, disfrutando de las hermosas vistas, se dirigieron a otro de los escasos puntos de acceso a la peña por el que descendieron.
El regreso lo hicieron bordeando toda La Muela bajo los impresionantes farallones y con toda la llanura a sus pies.