En Castro ya han hecho las cuentas. El lunes se celebra la Virgen de la Aparecida y es fiesta en el pueblo, así que la celebración del domingo por la noche podrá ser larga. Hace dos años se reunieron más de doce mil personas en la plaza del Ayuntamiento para festejar su anterior bandera de La Concha y esta vez la cifra de asistentes será mayor. Para eso sólo falta un pequeño trámite: coronar en la bahía donostiarra la victoria que cimentaron con fuerza el domingo pasado. Ayer medio municipio estaba ya engalanado con banderas de La Marinera.
El remo que les une
«Hay que ser cautos porque la historia demuestra que en La Concha todas las sorpresas son posibles». Lo dice el alcalde, Fernando Muguruza, un polémico político que se presentó a las municipales en la lista del partido regionalista y luego abandonó esa disciplina. Muguruza es el vivo ejemplo de lo que ocurre estos días en Castro: compagina su trabajo en el despacho con las tertulias sobre remo, «un deporte que aquí es una religión, con mayor fuerza aún de lo que ocurre en los pueblos vascos más marineros», dice Muguruza. Ayer por la mañana departía en el puerto con remeros, periodistas y vecinos. El domingo estará en Donostia «como medio Castro».
El remo es la pasión de este pueblo aunque el municipio ha cambiado su fisonomía, y crecido, en los últimos años. Ya son 30.000 los vecinos censados y los habitantes reales superan la cifra de 50.000. Casi la mitad es de origen vizcaíno, admite el propio alcalde, aunque aclara de inmediato que la convivencia en el pueblo «es exquisita, más allá de las típicas bromas; y además, los 'nuevos' castreños son también seguidores acérrimos de La Marinera».
El papel de Korta
Si el pueblo ha cambiado, también ha sido notable la transformación de su club. En Los Chelines, un bar que es uno de los mentideros clásicos de la afición remera, un grupo de socios veteranos del club no duda en dar el nombre de quién revolucionó el remo en Castro: José Luis Korta. «Independientemente de su carácter, tan difícil, es el que más sabe de traineras, y su papel en la actual etapa de Castro es decisivo», opinan mientras toman el aperitivo.
Y muy cerquita, mientras pasea por el puerto, lo confirma José Ucelay. Este hombre es una de las voces del remo en Castro. Fue remero de la trainera local durante nueve años, hasta que se casó. Un día le entrevistaron en Onda Cero para que hablara de una nueva trainerilla, vieron que tenía madera radiofónica y le ofrecieron un programa. Una década después retransmite cada regata con una pasión que ha sido comparada con el énfasis de los locutores de la colombiana Radio Caracol. «Remo con el micrófono, y me meto tanto en el papel que me siento dentro de la trainera», dice.
Ucelay y su compañero de emisora, Gorka Linaza, piden también cautela ante la regata del domingo. Pero están felices ante lo que puede ser «otro éxito histórico». Dicen que los colores de La Marinera son el mayor nexo de unión del pueblo «porque en fútbol, por ejemplo, estamos más divididos: hay mucha gente del Racing, sí, pero también del Athletic, del Madrid, del Barcelona... y de la Real. Hace años se formó aquí la peña José Félix Guerrero y hay gente de Castro que va los domingos a Anoeta a ver jugar a la Real».
Ucelay sentencia que los niños castreños aprenden a cantar con el himno de La Marinera. El ex remero Pedro Lázaro Patiño, una leyenda del pueblo, va más allá: «En Castro los niños nacen con un remo en la mano». Patiño fue remero hace décadas y sabe qué es remar en La Concha. Su hijo, también: es uno de los remeros actuales de Castro, y el domingo estuvo en el bote que dio el triunfo a La Marinera. «Vivimos nuevos y buenos tiempos, sí», agrega Patiño.
En el mismo corrillo, bajo el sol del mediodía, charla Joseba Fernández. Este pasaitarra («de San Juan, que conste») forma parte desde este año del club castreño. Dirige su escuela de remo y boga en La Marinera. Tiene novia de Castro y, a petición nuestra, repasa el origen de la actual tripulación. «Cuatro guipuzcoanos, un vizcaíno, un navarro, cinco gallegos y el resto, cántabros». Y como todos, se apunta a la cautela. «Lo del domingo depende de tantas cosas: la mala mar, la calle...».
Los vecinos lo tienen más claro. En el puerto está la tienda oficial de La Marinera, donde se venden todos los productos del club como en las tiendas de los equipos de fútbol. Hay camisetas a 25 euros, polos a 35, banderas, gorros, chubasqueros... «Este año estamos vendiendo más, porque cuando se gana hay más tirón, pero la afición de Castro es de las que está con su trainera cuando gana pero también cuando pierde», asegura Mariasun Velar, una de las responsables. Ahí se apuntan quienes viajarán el domingo a Donostia en autobús. El viaje cuesta 15 euros y ayer ya se habían llenado seis vehículos, «pero la experiencia dice que es a última cuando llega el aluvión de peticiones de las cuadrillas: llegaremos a 25».
El coqueto corazón de Castro late al ritmo del remo, aunque en las urbanizaciones que alargan el pueblo hacia sus extremos decrece el número de banderas y la intensidad marinera.
Aunque para intensidad, el bar El Estrobo. Por si no quedara claro con el nombre, la decoración del bar, forrado de fotos y carteles de La Marinera, deja claro que es uno de los santuarios del remo. Y además, centro de las apuestas. Santi, desde detrás de la barra, dice que la crisis se nota también en eso. «Hay menos dinero que otros años», agrega. Y un vistazo a la cartelera permite saber que muchos apuestan más «contra» Astillero que a favor de Castro. «Cuestión de rivalidad», sonríe Santi.
Y es que todo el mundo sonríe estos días en Castro. «Ir a San Sebastián el segundo domingo de regatas es siempre una fiesta, pero esta vez, con media bandera en la mano, la fiesta puede ser completa», dicen los contertulios de Los Chelines antes de brindar. mezquiaga.
Extraído de: diariovasco.com