sábado. 30.11.2024

Aunque en apariencia el de ayer fue un día normal en Castro Urdiales, nada más lejos de la realidad. El día festivo animó a muchos castreños a salir fuera de su ciudad -muchos de ellos a honrar a la patrona de Cantabria- y las calles no presentaban el aspecto habitual. Nada que ver con las más de 12.000 personas que celebraron el pasado domingo en la Plaza del Ayuntamiento la cuarta bandera de La Concha para 'La Marinera'.
Y el día ayer no fue un día normal porque todos los castreños -los que se quedaron en la ciudad, aquellos que se marcharon fuera para disfrutar del día libre y, también, los que ayer trabajaron-, no hablaban de otra cosa que del triunfo de su querida trainera y del apoteósico recibimiento que la 'marea roja' tributó a los 'héroes de La Concha'.

Una victoria que, con el paso de las horas, se analiza con más frialdad por los aficionados. Si la pasada semana, era imposible encontrar en Castro alguna persona que no dijera aquello de 'hasta el rabo todo es toro' o 'no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo', conscientes de que los 18 segundos de diferencia con Urdaibai y Astillero no eran definitivos, desde el domingo a las 12.46 horas, el asunto se veía desde otro punto de vista. «Hubiese sido una catástrofe perder esta Concha». Esa era la respuesta de más de un aficionado ayer por las calles de Castro. Incluso, algún otro, como Néstor Arozamena, reconocía que ésta había sido la Concha más sencilla que Castro había obtenido. A tenor de lo visto estos dos últimos domingo, así es, aunque seguro que los remeros y su entrenador Juan Mari Etxabe no pensarán lo mismo.

De otra galaxia

Además del triunfo de 'La Marinera', ayer también se hablaba de la afición, de esa 'marea roja' que recibió el domingo a los remeros como héroes. Y es que, se mire por donde se mire, lo de la afición castreña es de otra galaxia. En la Plaza del Ayuntamiento ese día no entraba ni un alfiler. Nadie quiso perderse el histórico recibimiento. Pero, eso ya forma parte del pasado. La afición castreña ya piensa en nuevos retos y en nuevos triunfos. Piensa ya en la Liga San Miguel. Aunque la empresa es difícil, los hay como Juan José Salvarrey que ven viable que Castro pueda logra la victoria también en la Liga ACT. «Está difícil, pero igual ahora Urdaibai se pone nervioso». Y es que lo que antes de esta cuarta Concha era casi imposible, ahora se ve con otros ojos y esos cinco puntos de ventaja que saca Urdaibai a Castro pueden remontarse. «Ahora, a por la ACT», decía ayer Santiago Cobo.

Con la Liga ACT o sin ella, hoy por hoy la Concha es lo más grande y la de este año se queda en Castro. Aunque, ¿a qué castreño no le gustaría repetir lo vivido el domingo en la Plaza del Ayuntamiento? Habrá que esperar.

La gran 'marea roja'

EL entrenador de 'La Marinera', Juan Mari Etxabe, ha sabido conformar en dos temporadas un gran equipo que ya está dando sus frutos. Pero no ha sido fácil. En esta gran campaña, ha tenido que sobreponerse a tres varapalos de esos que hacen daño: las derrotas en el regional, en el nacional y en la bandera Flavióbriga, todas en casa. Pero lo ha superado y lo ha hecho con nota, gracias a su carácter ganador y, sobre todo, a una afición que sabe, como nadie, disfrutar de los triunfos, pero que ha demostrado apoyar al equipo en los momentos complicados. Etxabe es consciente de ello y por eso el domingo sólo tuvo palabras de elogio para la 'marea roja'. La 'gran marea roja'.

«Para mi hijo ha sido como tocar el cielo»

Si el domingo había una persona feliz en Castro, ese era Pedro Gimeno, padre del patrón de 'La Marinera', Iker Gimeno. Ayer por la mañana se les podía ver a ambos paseando por el casco viejo y la zona portuaria de la ciudad, algo habitual. Pero el paseo no fue igual al de costumbre. Todo el mundo les felicitaba. Iker se ha convertido en todo un héroe para la afición castreña, ya no sólo por su destreza en la popa, sino por su carácter extrovertido que llega al gran público. Y al lado de él, su padre. Pedro Gimeno, radiante de felicidad. «Realmente estoy feliz porque he visto como se ha cumplido esa gran ilusión que tenía mi hijo por ganar La Concha». Aunque Pedro reconocía que el camino no ha sido de color de rosas. Y es que a Iker nadie le ha regalado nada. «Lo ha pasado muy mal, pero esto lo compensa todo. Para él ha sido como tocar el cielo y por eso estoy feliz, por la afición, por Castro y, sobre todo por mi hijo», concluyó emocionado Pedro Gimeno.

Extraído de: eldiariomontanes.es

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