El hecho de tomar decisiones suele presentarse de manera dificultosa y crear muchas dudas. Escoger significa jugársela en cierta manera, asumir un riesgo y reconocer que hay posibilidades de fallar. La suma de estos aspectos genera miedo y esto hace que muchas personas se paralicen y les sea muy complicado dar el paso. Hay decisiones de todo tipo, más o menos trascendentales, pero las más importantes requieren de un proceso de reflexión y de análisis.
Para aquellos que necesiten tomar partido en algún momento del día, se recomienda hacerlo con total tranquilidad y evitando la impulsividad de nuestros actos. Así pues, cuanto mejor sea nuestro bienestar mental y emocional, mayor será la capacidad que tengamos de tomar decisiones. Por mucho que haya herramientas relacionadas con la inteligencia artificial que nos puedan ayudar, debe ser la persona en cuestión la responsable de sus actos.
Métodos de uso diario
Uno de los métodos tradicionales que se suele recomendar cuando uno debe tomar una decisión es evaluar los pros y contras de las diferentes opciones que se tengan. Esto es ideal aplicarlo cuando las opciones sean reducidas; se trata de poner palabras a un proceso que se hace de manera inconsciente. Comparar los beneficios y los perjuicios en base a experiencias anteriores ya vividas es una buena manera de encontrar salida a un problema actual pendiente de resolución.
Los mapas mentales son otra de las técnicas que más pueden ayudar a decantarnos por una de las opciones y dar confianza a la persona para dar un paso adelante. Su explicación es sencilla: se trata de dibujar en el centro de una hoja el problema y, a partir de entonces, ir haciendo ramas donde reflejemos temas relacionados. Esto nos permitirá conectar diferentes ideas y desarrollar la imaginación para que aparezcan nuevas soluciones no contempladas.
Menos artística y más matemática es la regla del 37%, también conocida como la teoría de la parada óptima. Fue la doctora en matemáticas Hannah Fry quien dio origen a esta técnica. Aplicada a un caso práctico, cuando se tiene que decidir entre 100 opciones, lo primero que se debe hacer es descartar las primeras 37 después de haberlas analizado. Entonces, se debe fijar un estándar mental y elegir aquella opción que supere el estándar: esta será la más adecuada y no provocará arrepentimiento.
Parecido a los pros y contras es el modelo de Kepner y Tregoe. Se basa en un esquema que destaque las diferentes características principales de cada una de las opciones que se están contemplando. Al hacerlo, la persona en cuestión ya está priorizando unos aspectos por encima de los otros. Así pues, será más fácil establecer un orden en función del nivel de calidad. Además, también invitan a crear diferentes situaciones para ver cuál de las opciones encaja de mejor manera.
Habituales en ámbitos empresariales
Ya en campos empresariales o en el análisis de productos, es habitual la creación de la matriz FODA, también conocida como DAFO. El orden de las letras es de poca importancia, pero sí la significación: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas. Tomar apuntes teniendo en cuenta estos tres aspectos es clave para hacernos una idea lo más fidedigna posible de cada una de las opciones y ayudarnos a tomar una decisión conociendo sus posibilidades y dificultades.
Otro de los métodos interesantes para encontrar solución a un problema, en este caso que todavía no tiene opciones para ser resuelto, es aplicar la matriz Océano Azul. Se parte de una situación dificultosa y, a partir de ese momento, se deben resolver cuatro cuestiones: qué eliminar, qué reducir, qué incrementar o qué crear. Es ideal trabajarlo con un grupo de compañeros, y puede ser muy útil para inspirar decisiones creativas de cara al futuro.
Más sencillo de aplicar y que ayuda a determinar aquello realmente urgente o importante a solucionar es el diagrama de decisiones eficientes. Se inicia el proceso con un diagnóstico imaginado y de él derivan alternativas, escenarios, posibles riesgos, soluciones o el retorno de la decisión escogida. Esto nos ofrece una idea más real de las consecuencias que se pueden derivar de una decisión en cuestión y de sus posibles alternativas.