20 de agosto de 2005, 17:25
La Iglesia de Santa María de Castro no pasa por su mejor momento. La que es una de las construcciones más bellas que adornan el litoral cántabro sufre en silencio el mal de la piedra, mientras los responsables municipales acusan al Gobierno regional de «no hacer nada» por su conservación.
«Hace dos años el consejero de Cultura, Javier Marcano, prometió que se pondría en marcha un plan director para recuperar el edificio, pero a día de hoy no han hecho nada», lamentó la concejal de Educación y Cultura, Concepción Carranza. La edil castreña desveló que «en abril le dirigí otra carta urgiéndole a realizar esta actuación, pero no ha habido respuesta».
A su juicio, este silencio demuestra «una vez más que para el Ejecutivo provincial Castro no existe». «No se les debería de olvidar que Cantabria empieza en San Vicente de la Barquera -realmente lo hace en Unquera- y acaba aquí», clamó indignada.
Derrumbe
Carranza desveló además que «las obras ni siquiera están contempladas en el plan de actuación que el Gobierno regional ha previsto llevar a cabo en varias iglesias cántabras».
El templo castreño es uno de los reclamos turísticos del enclave costero, y cada año recibe la visita de miles de personas. Los responsables locales ya alertaron en mayo del año pasado que el edifico, de estilo gótico y construido en el siglo XIII, «podría venirse abajo si no se actúa sobre la estructura, dañada a causa del mal de la piedra». Según los cálculos hechos entonces, las obras alcanzarían un coste de seis millones de euros.
A su juicio, este silencio demuestra «una vez más que para el Ejecutivo provincial Castro no existe». «No se les debería de olvidar que Cantabria empieza en San Vicente de la Barquera -realmente lo hace en Unquera- y acaba aquí», clamó indignada.
Derrumbe
Carranza desveló además que «las obras ni siquiera están contempladas en el plan de actuación que el Gobierno regional ha previsto llevar a cabo en varias iglesias cántabras».
El templo castreño es uno de los reclamos turísticos del enclave costero, y cada año recibe la visita de miles de personas. Los responsables locales ya alertaron en mayo del año pasado que el edifico, de estilo gótico y construido en el siglo XIII, «podría venirse abajo si no se actúa sobre la estructura, dañada a causa del mal de la piedra». Según los cálculos hechos entonces, las obras alcanzarían un coste de seis millones de euros.