sábado. 11.01.2025

Reciclar y jugar

Jugar a reciclar y reciclar para jugar. Con esta frase se podría resumir la actividad que esta semana los educadores del taller de educación ambiental, contratados por el Ayuntamiento castreño de Castro Urdiales y subvencionados por el Servicio Cántabro de Empleo, desarrollan en el patio del colegio público San Martín de Campijo. Los alumnos de Primaria están aprendiendo a reciclar y con los objetos que rescatan de las papeleras de sus casas se fabrican sus propios juguetes.
Los educadores medioambientales les están informando de manera divertida, cercana y práctica que todo lo que se desperdicia puede cumplir con una misión, en este caso transformarse en sus propios objetos de diversión.



Imaginación



Así, se pide a los alumnos que traigan objetos que entre todos y con un poco de imaginación se van a transformar en esos juguetes de trapo de los que nunca uno se olvidará. Jerséis viejos y trapos para hacer títeres y escenificar una función, bolsas de plástico recortadas para fabricarse unas alas y jugar a volar, maderas viejas que se transforman con paciencia en coloreadas flores de adorno para mamá, y corchos de vino y champán se convierten en serpientes que reptarán por la casa de los padres de estos escolares.



Los niños de primer curso de Primaria estaban absortos por fabricar durante cinco horas con sus manos y objetos domésticos sus utensilios de juego.



Lucía Condado, de casi siete años, se divertía con su monitora Nina y contaba entusiasmada a este periódico que después, «yo misma enseñaré a mi hermano de dos años todo lo que se puede hacer con lo que sobra». Nina Pérez Senande sonreía mientras la escuchaba, y explicaba que «la



actividad se centra en que aprendan jugando a reciclar, les enseñamos donde hay que tirar las cosas y que lo que no se tira como se puede transformar en algo práctico».



La futura monitora desvelaba que su impresión era «muy positiva» y los niños se divierten mientras recuperan sólidos y juegan con las manos. Aunque la moralina no faltaba y afirmaba que «a veces, ni los propios mayores sabemos lo que hay que tirar en el contenedor amarillo. Hay falta de información». La semana anterior fueron los alumnos de Riomar los



que recibieron este taller que se encuentra entre las muchas actividades que realizan los educadores medioambientales.



Entretenimiento



Charo Camarero, profesora de primer curso de Primaria, hacía involuntaria campaña con su propia indumentaria: una aburrida bata blanca de profesora se había transformado en una prenda de vestir divertida. Cabe destacar que un viejo suéter de lana a rayas se convirtió en una mañana en seis títeres que sus creadores mostraban enfundados a modo de guantes, orgullosos y divertidos. Una sola prenda antigua puede entretener a casi una decena de niños, quienes además le pondrán nombre propio, contarán sus propias historias a través de los labios de tela y un día, ya de mayores, recordarán con cariño.



Fuente: eldiariomontanes.es

Reciclar y jugar