El destino llevó al argentino Roberto Martín Ale a Castro Urdiales hace cinco años. Se autodefine a sí mismo como «guitarrero» que no guitarrista, porque dice que rasca las cuerdas, no las toca, desde hace 36 años. Su instrumento, una guitarra que le regaló a los 14 años su amigo Augusto y a la que ha sacado provecho como nadie.
Canta desde siempre y hace algunos veranos encontró trabajo de camarero para ganarse la vida en Cantabria porque en su tierra la situación es más difícil. Ahora parece haber encontrado su sitio en el camping de Arenillas, donde los sábados saca su talento ante sus clientes.
-¿Qué se siente más cantante o camarero?
-Para mí, lo primero es cantar y componer y después ser camarero. Ahora he encontrado el equilibrio y trabajo aquí seis meses en la temporada y el resto del año voy a mi ciudad Mar del Plata (Buenos Aires) a ver a mi mujer que está allí.
-Así que ve a su mujer como los marineros, cada seis meses.
-Sí. (Risas). Ojalá fuera cada más tiempo.
-¿Es difícil buscarse la vida en el mundo de la música?
-Pues sí. Ya podían hacer un 'Operación Triunfo' para adultos porque yo desde luego me apunto. Llevo años ganándome la vida como sea aunque, en mi alma la música es lo primero. Sólo queda la paciencia para tirar para adelante, el esfuerzo de seguir con lo que te gusta y el sentido del humor. Yo soy primero cantante y luego trabajo para ganarme la vida.
- Además de cantor, como usted dice, y camarero también compone.
-Sí. Hace años compuse junto a Óscar San Martín la canción para la Mari Jaia de las fiestas de Bilbao, a ritmo de samba. Ahora me han pedido hace un año una canción para Castro Urdiales, mi sitio de adopción y yo encantado. Ya casi la tengo, sería algo así: 'Castro Urdiales, querido no puedo estar sin nombrarte, y en estos versos dejarte, lo mejor del alma mía. Que si me muero aquí algún día, a Dios le quiero pedir que me traiga en otro vuelo a esta ciudad feliz'.
-¿En su boca suena a tango, pero que ritmo tiene Castro Urdiales?
-Castro tiene ritmo de takirari, suena a euskera o japonés, pero no lo es. Se trata de un carnavalito un ritmo muy alegre, argentino.
-Lleva muchos años buscándose la vida fuera de Argentina...
-Sí. También he sido pintor, además de camarero y cantor. He estado en Francia, Chile y Andorra. Soy inmigrante a mucha honra.
-¿Cómo se vive acaballo de dos continentes, con dos profesiones?
-La verdad es que es extraño, seis meses a cada lado del mundo. Se necesita mucha paciencia y sentido del humor.
Fuente: eldiariomontanes.es