Las playas de Ostende y Oriñón, en el municipio de Castro-Urdiales, han renovado la 'Bandera Azul', un galardón que promueve y premia el esfuerzo del municipio por cumplir los "exigentes" criterios de la Fundación para la Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC). El concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento castreño, Jose Mari Liendo, ha destacado el trabajo de su departamento para que dos de las principales ensenadas luzcan este verano el famoso distintivo de calidad.
Liendo ha explicado que para la obtención de la 'Bandera Azul' deben cumplirse una serie de requisitos que se revisan periódicamente, como son la calidad de agua (excelente en los cuatro últimos años), la gestión ambiental, seguridad y salvamento, accesibilidad o información y educación ambiental de la playa.
Tras conocer la decisión del jurado nacional esta mañana, que también incluye la renovación de la Casa de la Naturaleza como Centro Azul, el concejal de Cs ha indicado que el Ayuntamiento está evaluando la posibilidad de presentar las candidaturas de los arenales de Brazomar y Arenillas para la edición de 2023.
"Desde la concejalía de Medio Ambiente trabajamos todo el año por mantener en perfecto estado las playas del municipio, garantizando en todo momento su calidad y un estado óptimo de los servicios para el disfrute de nuestros vecinos y los turistas que nos visitan", ha puntualizado Jose Mari Liendo.
Bandera Azul
La "Bandera Azul" nació en Francia en 1985 de la mano de la Fundación Europea de Educación Ambiental con el objetivo de concienciar sobre el respeto, el cuidado y la conservación de nuestro entorno, premiando así a las playas y puertos que cumplen con una serie de criterios ambientales, de seguridad y accesibilidad. Este término que se da tanto a playas como a puertos, se ha convertido en un símbolo de calidad y hoy se extiende a medio centenar de países.
Algunos de los criterios para obtener esta "certificación" son la calidad del agua, de la cual se toma un muestreo por todos sus puntos durante el año anterior, la gestión ambiental, con una adecuada gestión de residuos y con baños públicos también adaptados para personas con discapacidad y por último la seguridad y servicios, debiendo tener accesos fáciles, las playas urbanas tienen que ser accesibles para las personas con discapacidad, y que sean seguros a la vez que deben contar con un equipo de primeros auxilios y material de socorrismo.