Anoche aún seguían activos diecinueve de ellos. El lunes surgieron diez incendios, 24 el martes y 16 más ayer miércoles. De los más recientes, las distintas cuadrillas del Servicio de Montes y efectivos de los diferentes Parques de Bomberos lograron extinguir ocho de ellos, pero combatían el fuego en otros ocho frentes, que se suman a los once que aún están activos de jornadas anteriores.
Los valles de Soba, Miera y Pas son actualmente las zonas más castigadas por el fuego en el monte. Y de los que permanecen activos, el más dañino ha sido el que se ha llevado por delante quince hectáreas de pinos y arbolado en Vega de Pas, así como el que se está extendiendo por la cabecera del río Pisueña, con otras tantas hectáreas estimadas, aunque en este caso de matorrales y monte bajo.
En la Zona Oriental, se extinguieron dos incendios en Castro Urdiales y Guriezo, junto a Mioño, y el Alto de la Granja respectivamente.
En las labores de extinción además de cuadrillas del Servicio de Montes y dotaciones de los diferentes Parques de Bomberos, están colaborando el helicóptero del Gobierno de Cantabria y un hidroavión del Ministerio de Medio Ambiente, que actuaron principalmente en los incendios de Pisueña y Sel de la Carrera. La actuación conjunta de ltodos estos medios hace posible que la mayoría queden en incendios que afectan a poca extensión de terreno.
El viento Sur hace disminuir la humedad relativa del aire y deseca la vegetación, pero el problema es la creencia ancestral dentro de la población rural de que haciendo quemas se favorece la regeneración de pastizales. Y lo acaba pagando el monte. Así, el 98% de los incendios forestales que se producen en Cantabria son intencionados bien por negligencias en la quema de matorrales, bien por premeditación.
El pasado año se detuvo y puso a disposición judicial por este motivo a diecisiete personas. Y este año, de momento, a otro más. Corresponde el detenido al causante de uno de los 38 incendios que se produjeron en la región durante el mes de enero. Pero son los de marzo y abril los meses en los que, estadísticamente, más siniestros forestales hay en todo el año.
El año pasado se contabilizaron 764 incendios, que arrasaron una superficie de 7.900 hectáreas. Algo así como 80 kilómetros cuadrados o una extensión superior a la de los municipios de Ampuero y Cabezón de la Sal juntos.