lunes. 25.11.2024

Siete bañistas más, y ya van 25, tuvieron que ser atendidos ayer en distintas playas de la región por picaduras leves de la medusa 'carabela portuguesa', que parece haberse acomodado estos días en la costa oriental de Cantabria habida cuenta de que ha sido allí, en Castro Urdiales y en Laredo, donde más ataques se han producido y más ejemplares se han recogido esta semana.

Según explicaron ayer fuentes de la Dirección General de Protección Civil, que mantiene activada la alerta en todas las playas, también las de la zona occidental, seis de las siete picaduras se produjeron en arenales castreños. Cuatro en Ostende, donde un sólo ejemplar causó estragos.

Además de un socorrista, que sufrió una picadura leve cuando se disponía a recoger la medusa, fueron atendidos otros tres niños. A todos ellos les picó la misma. Aunque las circunstancias se desconocen, todos los especialistas las intuyen. «Por eso es tan importante que les vigilemos», insisten. «No las toquen», repiten.

Además, una niña de 6 años tuvo que ser asistida en Oriñón y otro niño, éste de 11, en Brazomar. Los dos recibieron curas y pudieron marcharse a casa. Como el niño que tuvo que ser socorrido en La Salvé, en Laredo.

En estas y otras playas volvieron a recogerse, además, un total de ocho ejemplares. Concretamente en las de El Puntal y Gerra (en San Vicente de la Barquera); La Salvé (Laredo); la segunda playa del Sardinero (en Santander); y Dícido; Ostende y Solarium (en Castro Urdiales).

25 picaduras

Avistadas en la primera semana de julio en la zona occidental de la región -en el Parque Natural de Oyambre- las tan temidas 'carabelas portuguesas' han enviado a los puestos de socorro a un total de 25 personas en lo que va de verano, que no va mucho. Todas tuvieron que ser asistidas por picaduras leves. La mayoría (16) niños y niñas de 5 a 14 años. El resto, otras nueve personas, son todos adultos.

Y la mayoría, curiosamente, en la zona oriental, la opuesta al lugar en que se dejaron ver y donde estos pólipos parecen haberse acomodado.

En Castro Urdiales se han producido 12 picaduras, o sea, casi la mitad de las registradas en total. En Laredo, tres. No representan una cantidad alarmante, pero sí demuestran que también allí la amenaza es permanente. Sobre todo porque de las playas de esas villas se han recogido medusas casi a diario desde que empezaron a avistarse.

Además, los servicios de emergencias -de toda índole- han recogido de los arenales de Cantabria casi 200 ejemplares. Sumando los de ayer son, exactamente, 184.

El censo es lo suficientemente grande como para que Protección Civil mantenga en vigor la alerta, y su recomendación a los ayuntamientos de que mantengan izadas las banderas amarillas en todos sus puestos de socorrismo, y a los bañistas que extremen las precauciones a la hora de acercarse al mar.

«No es extraño verlas, es raro ver tantas»

Ni su especie ni su presencia. Lo que le extraña es la cantidad. «Muchas», dice. «Demasiadas», apuntilla. «El cambio del medio marino como consecuencia del cambio climático», sospecha. El subdirector del Museo Marítimo, Fernando García-Castrillo, sigue expectante la aparición en las playas de Cantabria de la 'carabela portuguesa', un pólipo -«no es una medusa pero para que la gente lo entienda vamos a llamarla así»- al que no hay que volverle la cara.

-¿Qué es exactamente?

-Es una estructura flotante con el aspecto de una bolsa de la que cuelgan unos filamentos que pueden medir hasta 20 metros y que están cargados de individuos, digamos que anémonas, con células urticantes que producen descargas de un tóxico masivas y muy peligrosas.

-¿Tanto como se dice?

-En personas sensibles al tóxico o con problemas cardíacos puede llegar a generar una parada e, incluso, la muerte.

-No es la primera vez que aparecen aquí, ¿verdad?

-No no. Es que no son inusuales. No resulta extraño verlas por aquí. Lo que resulta extraño es verlas en las cantidades en que las estamos viendo. 'Carabelas' han venido siempre, pero nunca tantas.

-¿Qué las trae?

-El viento. Las mueve el viento. El viento empuja las 'bolsas' como si fueran velas.

-Viento, aquí, ha habido siempre.

-También influyen las temperaturas del agua. Estos pólipos, muy comunes en el Atlántico, viven en masas de agua de determinadas temperaturas, pongamos que entre los 19 y 23 grados. Seguramente es cosa del cambio climático.

-¿Que quiere decir?

-Pues que esta, probablemente, sea una de las consecuencias del cambio del medio marino a causa del cambio climático.

-El viento, la temperatura del agua. Dicen que la pesca...

-No. Yo no creo que la pesca tenga nada que ver. No le veo ninguna relación.

Extraído de: eldiariomontanes.es

'Carabelas... castreñas y laredanas'