Horas antes, muchos habían perdido la esperanza de ver con vida al
castreño, que ama el mar hasta la médula. Además el profesional del
buceo, practica el submarinismo con un club en su localidad y además
-como el lunes- practica pesca deportiva.
Testigos
presenciales le vieron el lunes dos veces: a las 17,30 y a las 18,30
horas. La primera en unas rocas en Ontón. La segunda, cerca del punto
donde fue encontrado.
Ruta habitual
La odisea comenzó el
lunes cuando salió a las cuatro de su domicilio castreño, y recorrió,
como más tarde relató a EL DIARIO MONTAÑÉS, su ruta habitual. Aparcó en
Ontón, y bajó -vestido ya con el traje de neopreno- por la costa. Entró
al agua por la zona de detrás de la empresa Derivados del Flúor, peinó
a pulmón la costa hasta Saltacaballos e incluso la playa de Dícido, de
Mioño y regresó a pie por la costa todavía vestido de buzo y con
calzado deportivo. Fue entonces cuando cayó en una sima de las viejas
minas de mineral, en el trazado del antiguo ferrocarril, un agujero de
unos 20 metros de profundidad, de difícil acceso que ya se ha tragado a
tres personas, según explicaba el jefe de Bomberos de Sepisma, Manuel
Santamaría.
El anterior vecino que cayó en la sima fue
localizado porque, antes de caer, perdió el teléfono móvil. Alguien que
pasaba por allí lo oyó sonar y contestó a las preguntas del dispositivo
de rescate. Pero el ertzaina no llevaba teléfono.
El
dispositivo que ayer por la mañana peinó la costa castreña ha sido el
más amplio que se pueda recordar en un rescate. Policía Vasca, Guardia
Civil y buceadores de ambos cuerpos, Protección Civil y bomberos de
Castro Urdiales, Salvamento Marítimo, y el jefe de emergencias local,
Javier López, coordinaron su búsqueda por mar, tierra y por aire.
Participaron dos helicópteros. y en tierra estuvo una ambulancia
medicalizada, coordinada por SOS Cantabria.
Los miembros del
club deportivo al que pertenece el pescador submarino también querían
participar en la búsqueda en el agua. Los profesionales les
recomendaron que no lo hicieran. Movidos por la impotencia, sus amigos
se sumaron al dispositivo con prismáticos y caminaron por toda la costa
desde Mioño hasta Ontón.
Zona muy peligrosa
El agujero
por el que se despeñó el ertzaina tiene cerca de 20 metros de
profundidad, con una caída inicial vertical que termina en tobogán. La
zona se ha cobrado ya tres víctimas y el jefe de Emergencias, Javier
López, aseguraba que «el sitio se señaliza con un cordón policial y una
valla con candados, pero los pescadores y senderistas lo retiran y
descerrajan para pasar. Luego pasan cosas así».
La brigada de
montaña de la Policía Autónoma Vasca y Protección Civil de Castro
Urdiales localizaron al castreño. A las once de la mañana, un
helicóptero recogía en Saltacaballos al buceador para llevarlo al
hospital vizcaíno de Galdácano. F. C. se mantenía en pie, consciente y
orientado, con la mano derecha hinchada y herida, el hueso a la vista y
una posible fractura de meñique. También presentaba dos contusiones en
el cráneo. Él mismo se había practicado un torniquete en la muñeca para
evitar que los rasguños sangraran y se había entablillado el dedo con
su calcetín de neopreno.
Antes de ser evacuado del acantilado, el ertzaina contestaba las
preguntas que, durante horas, habían rondado por la cabeza de amigos,
familiares, y compañeros. El fusil submarino de pesca y una red estaban
en el suelo con su única presa, una faneca. El herido permanecía
consciente, de pie. «Bastante he estado tumbado allí en el hoyo»,
comentaba.
-¿Cómo sucedió todo?
-Volvía
a pie hacia el coche, haciendo la ruta de siempre. Caí por ese hueco,
rodando casi 20 metros. Perdí el reloj, así que no sé la hora que era,
pero calculo que sobre las siete y cuarto de la tarde del lunes.
-Qué pensaba mientras estaba tumbado en el fondo de la sima?
-Primero
me quedé inconsciente. Luego calculé los metros por los que había
caído. cada poco pedía ayuda ¿Ni sé las veces que grité socorro!
-El lunes por la noche cuando le buscábamos ¿oyó nuestras voces?
-No.
Hacía señales de socorro con la linterna de buceo. Intenté subir dos
veces y en una ocasión ascendí seis metros. Perdí la noción del tiempo.
Oí los motores, no las voces. No pensé que eran barcas de rescate. Creí
que amanecía muy pronto, pero eran las luces de los equipos de rescate.
-¿A quién vio primero cuando le encontraron?
-A un hombre vestido de rojo (uniforme de la policía vasca).
-¿Qué piensa uno en estas circunstancias?
-¿Imagínate.
Se te pasa de todo por la cabeza! Casualmente, había visto la semana
pasada un documental de un hombre que moría, tras caer a un foso. Ni sé
las veces que os he llamado a todos, diciéndoos donde estaba,
mentalmente.
-¿Está bien?
-Tengo el meñique de la mano
derecha roto y otro dedo mal (enseña una mano brutalmente hinchada). Me
hice un torniquete para evitar desangrarme por las heridas.
Fuente y fotos: eldiariomontanes.es