La desconcertante reelección de Fernando Muguruza como alcalde de Castro Urdiales el sábado pasado fue posible gracias a la concurrencia de un buen número de factores en un corto espacio de tiempo, aunque la clave de este inesperado giro de última hora fue el resentimiento. De un lado, el que sentía el mandatario local hacia su partido. Fue él quien puso a disposición del PRC su acta de edil para que decidiera su futuro político tras el varapalo electoral, pero nunca pudo disimular su contrariedad ante el visto bueno que dio el comité local a su dimisión.
La rocambolesca alianza del PP, Acuerdo por Castro y el anterior primer edil para arrebatar la alcaldía al PSOE se fraguó a pocos días del pleno.
De otro, la decepción que reconoce haber sufrido Acuerdo por Castro, grupo liderado por Rufino Díaz, cuando supo de boca «de dirigentes socialistas de Euskadi» que el PSOE cántabro «estaba jugando» a pactar con ellos para «entretenerles» y evitar que formaran «otra mayoría». Ésa que al final se materializó y dio al traste con la anunciada coalición PSOE, PRC e IU. Díaz había ofrecido su apoyo a los socialistas para formar gobierno, pero su alianza no llegó a cuajar. Aún así, no deja de ser sorprendente que el que fuera primer edil del municipio costero durante 12 años con el grupo socialista allane el camino a la Alcaldía a quien se la arrebató en 2003 con la formación de otro inesperado tripartito.
Y qué decir de Fernando Muguruza, médico de carrera al que muchos daban ya por retirado de la política municipal y al que la noche electoral se le escuchó decir que se sentía responsable directo del varapalo que había sufrido el PRC de Castro y que se marchaba. Tres factores al menos han hecho que reconsiderase su postura y contactara a última hora con el PP y AxC, mientras PSOE, su partido e IU formalizaban, ajenos al golpe que se fraguaba, su acuerdo de gobierno.
En primer lugar, Muguruza sospechaba que su dimisión era condición para que PRC y PSOE trasladaran su coalición regional también a Castro. También contribuyó la «deslealtad» que percibió en personas de su confianza pertenecientes al comité local que le dio la espalda y, por último, la sensación que tenía de que «todo estaba preparado de antemano».
Que el viernes no hubiera entregado aún su acta de concejal fue visto por algunos como una señal alarmante. Los más, sin embargo, vieron en ello un arrebato de rebeldía que, a lo sumo, desembocaría en su ausencia en el pleno de constitución del Ayuntamiento, en votarse a sí mismo o en que se abstuviera.
Por su parte, el líder del PP castreño, José Miguel Rodríguez, basó su apoyo a esta estrategia en que los ejecutores del pacto suman «más de 65% de los votos ciudadanos», lo que marca, en su opinión, una «diferencia importante» respecto a otras alianzas. También defiende que los populares «no han pactado con un tránsfuga, sino con un edil del PRC».
Pactar con tránsfugas
No obstante, los líderes regionales no tienen la misma percepción de los hechos. Mientras el PRC y el PSOE acusan directamente al PP de «fomentar el transfuguismo» e incluso de haber orquestado la operación, el presidente de los populares cántabros, Ignacio Diego, se defiende atacando a los otros dos ediles regionalistas castreños. «Si alguien ha incurrido en el transfuguismo, han sido ellos por no votar a su compañero», sostiene.
Las consecuencias de este inesperado giro político no se harán esperar. La secretaria general del PRC local, Alodia Blanco, ya anunció el mismo sábado la «expulsión inmediata» de Muguruza, que comenzará a tramitarse hoy mismo. Un vez fuera del organigrama, pasará a ser un alcalde 'no adscrito'. Queda por ver cómo afectará ese arrinconamiento del PSOE a las ya de por sí complicadas relaciones entre el Ejecutivo regional y el municipio.
Extraído de: elcorreodigital.com